ÍNDICE
- Carta para mi
- Feliz Cumpleaños
- Carta a un profesor
Carta para mi
Carmen María López de Lenz
Querida Carmen.
Quién mejor que yo para escribirme a mi misma,
para darme un tirón de orejas o felicitarme por haber superado algún bache.
Estás entre triste y contenta, ponle orden a
esos sentimientos, ¿se te olvida lo que era tu vida hace un año?, se que estás
extenuada, te has cubierto de ocupaciones para transitar con el piloto
automático por los senderos de tu vida.
¡Tonta! No te das cuenta, que los sentimientos, no son como la ropa
que cada día te cambias.
Has avanzado mucho, pero adentro sientes que
estás en el mismo sitio de siempre. La única razón es
que cuando hace tantos años decidiste tomar un atajo, sin darte cuenta
trastocaste todo el orden que para ti
estaba dispuesto.
Ahora, mi querida Carmen, las cosas no son
igual, no pueden serlo; y es por eso que miras asombrada al mundo que se
desarrolló a tu lado sin ni siquiera tocarte mientras tú estabas ocupada por
todo y por todos, criando niños, cuidando padres, cumpliendo todos los roles
asignados, siendo “buena” para todos … aunque no tan buena para ti.
No tengas miedo, lo has hecho bien, pero hay
cosas, que aunque hayas dado tu cien por ciento, requerían otro cien por ciento
que no provenía de ti. No por eso tu esfuerzo ha sido
en vano.
No te asustes si de pronto te sientes vacía,
probablemente es porque ahora te das cuenta que lo estás, o ¿es que te creías
que la coraza no se iba a resquebrajar jamás?. No te
habrás creído eso que muchos te han dicho: “eres grande y fuerte”… no hay nada
más lejos de la verdad. Hace falta amar, Carmen, pero tú con tu habilidad para
mirar hacia otro lado, no querías pensar en lo sola que te sientes y
compensabas prodigando ayuda y cariño a todo el que se atraviesa por el camino.
Hoy te das cuenta desde cuando no has tenido en
quien reclinar la cabeza, la falta que te hace un beso en los labios, ser
especial para alguien y no que todos reclinen la cabeza en ti, la cantidad de
besos castos que has repartido y que aunque todos te quieran no eres especial
para nadie, especialmente para quien pensaste que lo eras.
Tus lágrimas se secaron hace años, las has
derramado por todos, pero pocos lo han hecho por ti. No
sabes decir que no y es por eso que has terminado acogiendo desde mascotas
hasta personas y hoy el cansancio se ha apoderado de ti.
Te sorprende sentir emociones que habías olvidado, porque se te
olvidó que estás viva, que estabas ahí, que tenías que participar, que no todo
es ser según lo establecido, según lo esperado.
Carmen es Navidad, busca algo más que cumplir
con la casa arreglada, la comida a punto, las reuniones obligadas… permite que
te de la brisa en la cara, mira con atención a tu alrededor y sobre todo haz el
propósito de ser menos para los demás y más para ti.
“Disponible” no es un letrero, es una actitud,
en siete meses tu hija se habrá ido, habrá llegado la fecha en la que dijiste
definirías tu vida… prepárate desde ahora, porque fácil no será y entonces si
que vas a conocer lo que es la soledad.
Quiérete Carmen, porque nadie mejor que tú para
hacerlo bien, mantente sana, bella y optimista que esa siempre será la mejor
carta de presentación.
Por una vez olvida que todo tiene un “pero” y
busca, que con toda seguridad vas a encontrar.
Feliz Navidad.
Feliz Cumpleaños
Carmen
María López de Lenz
Hoy llegué a
los cincuenta… el espejo me devuelve la misma cara de ayer, por ese lado no hay
mayor novedad. Las mismas canas y arrugas de siempre, pero también la sonrisa fácil para
alegrarme y alegrar a los demás.
No escapo a
la tentación de hacer mi balance:
Sigo sin ser
una buena ama de casa, pero… menos es más, es decir, cuanto menos cachivaches
se tienen hay menos para recoger y más fácil es limpiar. Hay seis cosas que no
deben faltar en la despensa huevos, papas, pasta, atún enlatado y sobres de
sopa instantánea. Las manchas de tinta, en remojo con leche. Lo anterior no
garantiza una casa en orden, pero al menos funciona cuando no hay mucho tiempo.
Lo anterior
no me ha dado mucho resultado, pero tengo claro que hay una diferencia entre
una casa digna de revista de decoración y un hogar: en el segundo se respira
vida.
No hay manera
de detener el paso del tiempo, pero… lavarse la cara antes de acostarse y
ponerse cremitas ayuda. Las caderas grandes no hay manera de bajarlas, aunque
hacer ejercicio y comer sano es muy saludable. Las estrías por los embarazos no se
quitan, pero son el recuerdo que una vida creció en nuestro vientre.
Criar hijos
es muy complicado, la única regla que parece funcionar es cumplir lo que se
promete… tanto premios como castigos.
Las amistades
son un tesoro, para conservarlas hay dos palabras, respeto y consideración.
Las cosas más
agradables de la vida siguen siendo gratis… La luz del amanecer, el atardecer
sobre el Ávila, un encuentro inesperado.
La felicidad
son pequeños momentos, por eso hay que estar atento, para ponerlos en el cofre
de los recuerdos.
Afortunadamente
lo malo tampoco dura siempre, por eso también hay que estar atento porque esto
es fuente de aprendizaje.
Hay que poner
atención a lo que dicen los niños y los viejos, la ingenuidad y la experiencia
proporcionan las pistas para caminar pisando firme.
Es mejor
intentar las cosas, que pasarse la vida diciendo: “lo voy hacer”.
Los sueños
son sueños, pero algunas veces es posible hacerlos, el truco es saber si “esa”
es la realidad en la que nos gustará estar.
Una manera de
no tener mascotas, es no ponerle nombre a ningún animalito que nos “visite”
temporalmente.
Cuando se nos
muere una mascota, lo único que cura es tener otra, aunque siempre digamos es
“la última que tengo”.
La vida y la
muerte siempre van de la mano, hay que saber estar cuando alguien querido nos
deja para siempre.
Hay una
diferencia entre sentirse atraído, estar enamorado y sentir un gran cariño.
El lío está en establecer la diferencia.
Las frases. “hombre”
pronunciadas por mujeres o “mujeres” pronunciadas por hombres, son solo
palabras, gracias a Dios en el mundo estamos los dos.
Es muy fácil,
lanzarse a establecer juicios sin conocer los dos lados de cada historia, lo
difícil es morderse la lengua y esperar antes de lanzarnos a hablar.
Es más fácil
decir la verdad que mantener una mentira.
Para pelear
siempre se necesitan dos, no alzar la voz mientras otro grita, garantia que el
intento de pelea dure poco.
En cuanto a
la salud: Llevar una aspirina en el bolso puede salvar una vida, para la gripe
reposo y líquido, y si hay dolor de barriga y fiebre es mejor correr al doctor.
No dejar para
mañana cosas como: decir te quiero, abrazar a alguien, o manifestar lo que
disgusta.
Hay que
ponerse siempre en los zapatos de los demás, atender con cortesía al vendedor
que va de puerta en puerta aunque no le compremos nada, es respetar el esfuerzo
que esa persona hace para ganarse el pan.
Para mi,
tomar decisiones es muy difícil, actuar
por impulso muy fácil, ante eso la pregunta más importante no es ¿Qué
gano? Sino
¿Qué podría perder?.
Decir lo
siento, me equivoqué, significa admitir nuestros errores, cuesta mucho tener el
valor para aceptarlos, pero sin duda dominar la técnica indica que estamos
creciendo.
Sigo
posponiendo aprender a bailar… ¿será que no voy aprender jamás?
Con seguridad
me he quedado corta, pero he llorado y he reído, tengo la dicha de poder ver a
mi madre, y se me cae la baba cuando veo a mis hijos, tengo amigos entrañables
y un maravilloso cofre de recuerdos perdurables… sin duda hoy puedo decir
“Tengo cincuenta años: que me quiten lo bailado”.
17 de Marzo de 2006
Carta a un profesor
Carmen López de Lenz
Querido Profesor.
La presente carta
sólo pretende dar las gracias por las excelentes 17 semanas de clases que acabo
de recibir. Para mi es más fácil escribir cuando quiero expresar sentimientos.
Quizás no es muy
convencional lo que estoy haciendo, pero siempre he admirado a quienes se
dedican a la enseñanza, en mi opinión son personas especiales que disfrutan
compartiendo sus conocimientos, aunque no sea bien retribuido económicamente y
generalmente la mayoría de los alumnos los vean como sus peores enemigos.
Yo no formo parte
de ese grupo… y es que cuando se ha esperado tanto como yo para alcanzar un
sueño, se ven las cosas desde ángulos diferentes, y más allá de la emoción que
me produce el olor de un libro o un cuaderno nuevo, o el sustico antes de presentar
un examen, está el placer que me produce poner en orden todos los conocimientos
adquiridos hasta ahora, recordar cosas que creí haber olvidado y sobre todo
constatar que el proceso de aprender no termina nunca y que esa persona que se
pone enfrente de nosotros a compartir sus conocimientos, es alguien, sin duda
alguna, muy especial.
En cuanto a ti,
pues me impresionaste mucho desde el primer día, en los primeros minutos no
podía entender bien tu aparente mal humor, pero a medida que comenzaste a
hablar, me atrapaste con dos frases: la primera: “aprenderemos el deber ser”, la segunda “los economistas
somos esos profesionales que nos pasamos medio año diciendo lo que va a pasar,
y luego otro medio año explicando por que no pasó”.
Finalmente sonreíste
y en seguida comprendí, que ese aparente mal humor no era otra cosa que “tu
herramienta” para atraer la atención de un grupo de alumnos que la mayoría de
las veces, está allí sentado para “pasar la materia” y no para disfrutar del
proceso de aprender.
Para alguien que
nunca comprendió porque los economistas decían una cosa y luego pasaba otra ha
sido un descubrimiento interesante el conocer ese “deber ser” que has
compartido con nosotros. Hasta ahora mi único contacto con la economía era el
acto mágico de estirar la quincena para que me alcance para todo mientras por
la televisión veía a algún economista explicándome un montón de cosas
incompresibles, pero nunca porqué los mismos productos del mes pasado ahora me
costaban más.
Mención aparte,
merece el primer examen, me habían dicho que no permitías chaquetas, y yo tenía frío, mi preocupación, no era por lo
que podrías preguntar, sino tener que presentar el examen congelándome. Sin
embargo, todo fue bien, incluso tu amabilidad para indicarme, que no había
problema por estar casi sola en el salón.
Tu dominio de la
clase, el tono de voz, el asegurarse que se ha entendido la idea que
explicas y la forma de ejercer la
autoridad, te la han dado los años de experiencia, pero también tu
personalidad.
Hay cosas con las
que no estoy de acuerdo, he visto en estos dos semestres pocas exposiciones que
valgan la pena, pero comprendo que la única manera de lograr que la gente “se
suelte” es parándose al frente y haciendo lo mejor posible. No entiendo porque
no se hace un esfuerzo mayor en el primer semestre por reforzar lectura,
comprensión y escritura. Pero son cosas que yo no puedo cambiar; aunque puedo
poner mi granito de arena para que al menos mis compañeros de grupo, lo hagan
mejor que el resto. Por esta razón, yo les exijo que busquen el material, los
empujo a que elaboren un resumen y luego yo armo el trabajo, y los obligo a
hacer la exposición delante de mí hasta que vencen un poco el miedo escénico.
Siempre les digo que si uno sabe sobre lo que va a hablar, tiene la mitad del
camino recorrido. Ya voy recogiendo frutos… personas que se aterrorizaban por
tener que hablar en público, me han dicho que ya sienten que tienen una
herramienta con la cual poder cumplir esta tarea.
Me tranquiliza
saber que hay personas que piensan como yo, que creen en lo que hacen, que
saben lo importante es la formación de los hijos, y extienden su labor hacia
otras personas, cuando se convierten en profesores. Tus niños cuando ya no lo
sean te darán satisfacciones muy distintas a las conocidas hasta ahora. Espero
que cuando las recibas te acuerdes de mi.
Te adjunto lo que
escribí hace un par de años, hoy ya no podría escribirlo igual, porque tengo
otros conocimientos que me has proporcionado y que cambian mi manera de percibir
y de “sentir”.
Para finalizar, te
diré algo que casi nunca un profesor llega a saber… el apodo con el que te
bauticé desde el primer día. “El lobo”, así te llamamos Jennifer y yo. No
preguntes…
Agustín, muchas
gracias por tu tiempo, tu paciencia, tus conocimientos y tu amistad, al menos
yo tengo claro el deber ser, puedes darte por satisfecho.
Recibe un abrazo
enorme profesor; que Dios te bendiga.
Carmen
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